martes, 11 de marzo de 2008

La Ley del Camión de la Basura

¿Qué tan a menudo permites que las cosas absurdas de otras personas te cambien el humor? ¿Permites que los pésimos conductores, los meseros irrespetuosos, el brusco de tu jefe o algún empleado insensible te arruinen el día? Cada vez que tienes una mala experiencia con este tipo de personas, por lo menos te dejan siempre medio tambaleando al menos que seas “Terminator”.
Sin embargo, una de las características de las personas con éxito es el hecho de que en lugar de quedarse clavados en esa mala experiencia, es que rápido se vuelven a enfocar en lo que realmente importa. Hace dieciséis años yo aprendí esa lección. La aprendí en el asiento trasero de un taxi neoyorquino. Esto fue lo que sucedió: Me subí a un taxi rumbo a la Estación Central del Ferrocarril y cuando íbamos por el carril de la derecha, por poco nos estrellamos con un carro que así de repente y de la nada salió como bólido de donde estaba estacionado. El conductor de mi taxi alcanzó a frenar a todo lo que daba, el coche se derrapó y por un pelo de rana casi le pegamos al auto que estaba frente a nosotros. Después de ésto, el conductor que casi causó el accidente, asomando la cabeza por la ventanilla, comenzó a gritarnos una cantidad horrible de insultos y majaderías. Sin todavía recuperarme del susto, lo que acabó de sacarme de mis casillas fue la actitud del chofer de mi taxi, quien en forma extremadamente amistosa y cortés sonreía y saludaba con la mano al conductor del otro auto. Yo estaba furioso y confundido, pero no me quedé con las ganas y le pregunté al chofer de mi taxi por qué se ponía a sonreír y saludar al tipo que casi nos hizo chocar, arruinar su taxi y posiblemente hasta enviarnos al hospital. Entonces, el taxista con voz pausada me contó lo que ahora yo llamo “La Ley del Camión de Basura”. Mire, me dijo, ¿ve aquel camión de basura? Sí, le dije, y eso ¿qué tiene que ver? Pues, así como esos camiones de basura, existen muchas personas que van por la vida llenos de basura, frustración, rabia, y decepción. Tan pronto como la basura se les va acumulando, necesitan encontrar un lugar donde vaciarla, y si usted los deja seguramente le vaciarían su basura, sus frustraciones, sus rabias y sus decepciones. Por eso cuando alguien quiere vaciar su basura en mí, no me lo tomo personal, sino tan solo sonrío, saludo, les deseo todo el bien del mundo y sigo mi camino. Hágalo usted también y le agradará haberlo hecho, se lo garantizo. A partir de ese día, comencé a pensar qué tan a menudo permito que estos “camiones de basura” me atropellen, y me pregunté a mí mismo qué tan a menudo recojo esa basura y la esparzo a otra gente en casa, en el trabajo o en la calle. Así que me prometí que ya jamás lo iba a permitir. Comencé a ver camiones de basura, como el niño de la película “El Sexto Sentido” veía a los muertos. Veo la carga que traen, veo que me quieren echar encima su basura, sus frustraciones, sus rabias y sus decepciones. Pero tal y como el taxista me lo recomendó, no me lo tomo personal, tan solo sonrío, saludo, les deseo lo mejor y sigo adelante. Los buenos líderes saben que tienen que estar listos para su próxima reunión. Los buenos padres saben que tienen que recibir a sus hijos con besos y abrazos. Los líderes y los padres saben que tienen que estar física y mentalmente presentes y en su mejor estado para la gente que realmente es importante para ellos. En resumen, la gente exitosa no permite que los “camiones de basura” absorban su día. ¿Y tú? ¿Qué pasará en tu vida a partir de este momento?¿Optas porque los camiones de basura sólo te pasen de lado? Si esa es tu opción, te apuesto que serás más feliz.
De hecho, te lo garantizo

Autor desconocido

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